[...] Según la opinión más en boga, es
característica esencial del método científico desconfiar de toda razón,
apoyándose tan solo en los hechos. El lema "no hay que pensar sino encontrar
cosas" suele ser la justa expresión de esta actitud. Se supone que el
método científico debe empezar por desterrar todas las preconcepciones [...].
En su primera etapa positiva, se limita a recoger hechos; en la segunda, los
clasifica; después deja que los hechos sugieran por sí mismos una hipótesis de
trabajo que los explique. Solo en la última etapa, cuando se ponen a prueba o
verifican las hipótesis (a fin de convertirlas en leyes establecidas),
corresponde dar entrada a la deducción racional de las consecuencias. Esta
deducción, se afirma, no nos aporta ninguna, información nueva. Simplemente, se
limita a tornar explícito lo que la experiencia ya nos había suministrado en
las premisas.
[...] ¿Comenzar por reunir hechos? Bien,
¿pero qué hechos? Evidentemente solamente aquellos que guarden alguna relación
con nuestra investigación. [...]. Ahora bien, los hechos de la naturaleza que
nos interesan no se separan por sí solos de los demás ni tampoco se nos
presentan con todas sus características significativas debidamente rotuladas en
su exterior para que las conozcamos de inmediato. La elección de aquellas
circunstancias que se nos antojan de importancia [...] depende de nuestras
ideas generales acerca de la forma en que lo que buscamos puede hallarse
relacionado con lo que ya conocemos.-Sin estas ideas o hipótesis orientadoras
[...] nada podremos buscar. Durante incontables años vieron los hombres cómo
se equilibraban las cosas mutuamente y cómo se hundían o flotaban en los líquidos
pero nadie, antes de Arquímedes, vio en eso el principio de la palanca, la ley
de que un cuerpo sumergido experimenta un empuje igual al peso del líquido
desalojado. Fueron las ideas y el razonamiento de Arquímedes los que hicieron
posible el descubrimiento del peso específico de las sustancias [...] En forma
semejante, sabemos que fue la concepción pitagórica de la naturaleza a manera
de un libro escrito en términos matemáticos simples, lo que condujo a Galileo a
la búsqueda y descubrimiento final de la simple ley que relaciona el aumento de
la velocidad de los cuerpos, en la caída, con el tiempo empleado por esta.
[... ] Por cierto que todos estos casos ponen
en evidencia un penoso proceso de verificación de las ideas preconcebidas
mediante la precisa determinación o medición de los hechos, como así también
la prontitud de estos investigadores para descartar aquellas hipótesis que no
cuadraban con los hechos. Pero sin ideas bien razonadas las investigaciones no
podrían siquiera haberse iniciado, porque no hubiera habido nada que verificar.
La ciencia aspira a una mayor exactitud que
la que caracteriza al sentido común ordinario. La tarea de analizar
críticamente el significado preciso de nuestras proposiciones y la de determinar
el grado exacto en que son válidas, es característica de la ciencia. [... ] Sócrates
se acarreó la antipatía general al demostrar a la gente cuan vagas eran sus
ideas acerca de la valentía, la justicia, el bien y otros
términos perfectamente usuales. La usanza corriente les atribuye a estas
palabras toda una serie de vagos significados, y solo con un paciente trabajo
puede llegar a discriminarse entre ellos, tal como llegó a hacerlo Aristóteles.
Se afirma, a veces, que la gente sabe perfectamente bien lo que quiere decir,
pero es incapaz de concebir su formulación exacta. Sin embargo, la vaguedad
primitiva de la aprehensión por parte de los hombres, de los objetos más
familiares se pone de manifiesto en los dibujos que de ellos hacen los niños u otros
observadores inexpertos: por ejemplo, un perfil humano con el ojo visto de
frente, o un vaso de agua con una línea recta, o un círculo completo a manera
de base. Evidentemente, en la imagen ordinaria del objeto se combinan aspectos
diversos e incongruentes, de modo que, generalmente, solo se alcanza la
observación exacta después de cierta preparación. Lo mismo vale para el reino
de las ideas. Las ideas nebulosas y los conocimientos imprecisos son los
responsables de nuestra inconsecuencia, cuando alabamos un acto por valiente y
generoso en una ocasión, y a la siguiente, repudiamos ese mismo acto por
considerarlo tonto o precipitado. [... ]
(Pero aun) el pensamiento popular no puede
declararse satisfecho con esa vaguedad. Podemos declararnos satisfechos cuando
un amigo nos explica que no pudo ir a visitarnos porque se hallaba enfermo;
pero consideraríamos absurdo que el médico nos comunicara, por ejemplo, que
nuestro hijo debe guardar cama porque está enfermo. Eso no nos basta y deseamos
una información más definida. No es suficiente saber que una habitación o un
barco tienen capacidad para mucha gente; nosotros deseamos saber para cuánta
gente [...] De este modo, las exigencias prácticas de la vida civilizada
suelen reforzar el interés científico por la precisión que condujo a los
griegos al descubrimiento de la matemática.
Los investigadores de las ciencias exactas
suelen afirmar que allí donde no existe la enumeración o la medición exactas
no hay ciencia. [...] (No obstante) no podemos negarle el nombre de ciencia a
la lógica o a las ramas no cuantitativas de la matemática, tales como [...] la
geometría proyectiva, etc. Ni existe tampoco ninguna razón valedera para
rehusar la calificación de científicas a obras tales como la Política de
Aristóteles o la Ética de Spinoza o para aplicarla, en cambio, a las
investigaciones estadísticas que en nada adelantan la comprensión de un
problema. Pero no cabe ninguna duda de que es característica esencial del
método científico la tendencia a reemplazar los términos vagos tales como grande
y pequeño, lejos y cerca, caliente y frío, etc., por otros más definidos
precisados por la medición [...].
Los medios más apropiados para obtener
conceptos definidos varían según los campos. Existen sin embargo, dos recursos
particulares que merecen especial atención, a saber: 1) la enumeración, a
menudo elaborada bajo la forma de estadística y 2) la medición, mediante la
cual se expresan numéricamente las relaciones.
COHÉN, M., Razón
y naturaleza, Buenos Aires, Paidós, 1956, pp. 98-102
Actividades/ Responder por
escrito en las carpetas:
1) ¿Qué afirmaciones del fragmento precedente
pueden vincularse con el texto leído anteriormente sobre los «Introducción a la
metodología de las ciencias naturales» y cuáles podrían relacionarse con el
fragmento del Discurso del Método de Descartes?
2) Partimos de la convicción de que cada
disciplina, al tener un objeto diverso de estudio, tiene un particular modo de
acercarse a su objeto (un «método» particular de investigación). Por grupos deben
preguntar a un profesor de: matemática, física, biología, historia, sociología
y filosofía, cuáles son –a grandes rasgos– los pasos a seguir para hacer
investigación en su específica asignatura.
VOCABULARIO
Hipótesis: enunciados científicos que pueden tener
distintos niveles de generalidad, cuya función es describir, explicar y/ o
predecir determinados fenómenos y que deben reunir ciertos requisitos como, por
ejemplo, los de ser atinentes y verificables directa o indirectamente.
Vaguedad: lo opuesto a precisión, exactitud.
Estadística: rama de la matemática aplicada, cuyos
principios derivan de la teoría de la probabilidad, que tiene por objeto el
agolpamiento metódico y el estudio de series de hechos o de datos numéricos.
Inconsecuencia: falta de coherencia en el actuar.
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