sábado, 26 de mayo de 2012

EL CONOCIMIENTO HUMANO III


X) ORIGEN DEL CONOCIMIENTO:

La pregunta que identifica a este problema puede plantearse así: 

  • ¿cuál es la «fuente» y el «fundamento» del conocimiento? ¿«de dónde proceden» los conocimientos y qué es lo que le da «vali­dez»?
También se pueden ampliar las cuestiones para su adecuada comprención
  • ¿Es el conocimiento producto exclusivo de los sentidos o lo es de la razón? ¿Son ambas facultades en conjunto las que posibilitan el conocer?
Siendo el hombre un ser espiritual y sensible, es lógico que nos interroguemos acerca de la FUENTE del conocimiento: la RAZÓN o la EXPERIENCIA.

EL RACIONALISMO:

El «Racionalismo» sostiene que puede conocerse con ayuda de la sola razón, gracias a la cual se enuncian proposiciones que son «necesarias» (que expresan verdades respecto de cosas que no pueden ser de otra manera) y «universales» (verdades que valen para todos los casos).
Un saber que realmente merezca el nombre de conocimiento tiene que ser necesario y universal. El conocimiento que proporcio­na la experiencia –que es de lo «contingente» y «particular»– no es verdadero conoci­miento. El único conocimiento propiamente dicho es el que provie­ne de la razón por sí sola. Esta razón tiene la capacidad de alcanzar no las apariencias o manifestaciones de la realidad (es decir, los fenómenos de la experiencia sensible) sino la realidad misma, el fondo último de las cosas; de las cosas «tal como son».

René DESCARTES –representante de esta posición gnoseológica– demuestra que solamente a través de la razón se puede conocer la existencia de uno mis­mo, la existencia de Dios y la realidad del mundo que nos rodea. Una forma de conocimiento MATEMÁTICO ha servido de modelo a la interpretación racionalista del conocimiento. Los representantes del racionalismo –DESCARTES, SPINOZA, LEI-BNIZ– proceden de la matemática o han estado vinculados a esta forma de conocimiento (con aportes originales).

EL EMPIRISMO:

El «Empirismo» sostiene la tesis contraria: el único conocimiento legítimo, y el fun­damento en general de todo conocimiento, es la «experiencia» sensible. El aporte de la razón es limitado: el conocimiento que ella suministra es simplemente el análisis y la ordenación de nuestras ideas.

Según el empirismo, no puede conocerse absolutamente nada acer­ca de las cosas en sí (de la «esencia» de las cosas), sino sólo los fenómenos que se dan en la ex­periencia. Más allá de la experiencia, nada puede afirmarse: por tanto es im­posible abrir juicio sobre la existencia del alma, de Dios o cualquier otro objeto «meta-físico»: de ellos no hay conocimiento, porque no hay experiencia posible.
El empirismo gnoseológico sostiene sobre todo que la validez de todo conocimiento radica en la experiencia. No hay «a priori» (es decir, independientemente de la experiencia) algo que la razón pueda “aportar” al conocer. Todos los conceptos, incluso los más generales y abstractos, proce­den de la experiencia. La experiencia, sin embargo puede ser doble: «interna» y  «externa»; es decir, experiencia de nuestras sensaciones interiores y del mundo exterior. Los autores que pueden considerarse representantes típicos son LOCKE y HUME (representantes de filosofía inglesa del siglo XVII y XVIII). Su aporte más valioso fue el afirmar el valor de la experiencia frente al racionalismo.

XI) CRITERIO DE VERDAD:

Si hay un conocimiento verdadero,

  • ¿en qué podemos conocer esta su verdad?
  • ¿cuál es el criterio que nos dice –en el caso concreto– si un conocimiento es o no verdadero?
  • ¿Cuál es el «criterio» de la verdad en relación a lo que conocemos?
  • ¿Cuál es la «norma» que nos permite reconocer la verdad como tal?

El mismo problema de la VERDAD –de su definición y posibi­lidad, de su expresión y transmisión– constituye un motivo de estudio y minucioso análisis por parte de la GNOSEOLOGÍA.
Veamos ahora cuáles son los «criterios de verdad» que a lo largo de la historia de la filosofía se han formulado:

a) La verdad como «CONCORDANCIA»:

La verdad es la «concordancia» del pensamiento, de nuestros juicios, con las cosas; es la «adecuación» entre el entendimiento y la cosa: correspondencia entre pensar y ser.

b) La verdad como «COHERENCIA»:

Una verdad es tal si hay «congruencia» entre ella y otras verdades: es ver­dad por su relación con otras verdades dentro de un sistema. Un enunciado es «verdadero» no porque concuerda con una supuesta realidad independiente de él, sino porque es «coherente» –dentro de un sistema– con otros enunciados.

c) La verdad como «EFICACIA»:

La esencia de la verdad consiste en su índole «progresiva»; la verdad “crece” y se desarrolla a través diversas etapas superando errores. No hay verdades fijas, ideales, eternas; la verdad de una afirmación, de una doctrina o teoría, reside en los RESULTADOS que de ella se ob­tengan. Si la verdad fuese inmutable, el progreso del conocimiento no sería posible.

d) La verdad como «VERIFICABILIDAD»:

La verdad de un juicio se asegura a partir de su verificalidad.  Si no hay com­probación posible, formas de «verificar» lo que se afirma, entonces el juicio que se establece no es ni verda­dero, ni falso.

e) La verdad como «EVIDENCIA»:

Evidencia deriva de «ver»; la verdad es «lo que se ve». La evidencia es la claridad misma de lo que aparece imponiéndose con tal claridad al espíritu que resulta imposible su no aceptación. El estado subjetivo que acompaña a la evidencia es la CERTEZA.

f) La verdad como «AUSENCIA DE CONTRADICCIÓN»

Una afirmación, comprobada en un número determinado de ca­sos, será verdadera en tanto no aparezca el caso que la contradiga, es decir, nunca se ha demostrado que sucediese lo contrario. La verdad está condicionada a la contingencia de futuras comprobaciones que obliguen a abandonarla.

g)La verdad como «AUTORIDAD»:

La verdad como «autoridad» se establece a partir del testimonio que de alguien que consideramos digno de absoluta confianza; y nuestra certeza es –en el caso de afirmaciones hechas por esa auto­ridad– una «certeza moral». Corrientemente aceptamos este criterio cuando afirmamos que algo «se ha comprobado» cuando en realidad todo lo que sabemos es que determinadas personas (autoridades en la materia dignas de confianza para nosotros) lo han sostenido.

XII) CONCEPTOS GNOSEOLÓGICOS IMPORTANTES:

a) CERTEZA:

La «certeza» no puede ser confundida con la verdad. La verdad una propiedad de nuestros juiciosa sobre lo real; nuestros juicios son verdaderos cuando muestran su conformidad con la realidad. He aquí lo que podríamos llamar el carácter primario del conocimiento. Complementariamente, la «certeza» tiene un carácter secundario: es un estado del espíritu respecto de la verdad (por eso no puede hablar­se de certeza errónea). Concierne no al aspecto lógico, sino psicológico y subjetivo del juicio: es el grado máximo de fuerza o determinación con que el espíritu afirma su juicio. La certeza es el estado del espíritu que afirma sin temor de equivo­carse, que está determinado a un juicio y se adhiere firmemente a él.

b) IGNORANCIA:

Es la ausencia de todo conocimiento relativo a un objeto, el vacío del espíritu. No es siempre un mal; sólo lo es cuando falta el cono­cimiento cuando debería existir. El idioma latino distinguía el término nesciencia, el cual aludía simplemente a la ausencia de conocimiento, del vocablo ignorantia, que remitía al desconocimiento de aquello que se debería tener cono­cimiento. Lo que siempre está mal es “ignorar” la propia ignorancia, es decir, despreocuparse de conocer aquello que debería conocerse.

c) DUDA:

Es la simple suspensión del juicio. El espíritu está aquí suspendido en­tre el sí y el no, porque no percibe ninguna razón determinante para afirmar o negar algo (esto de denomina duda negativa), o porque percibe razones iguales para afirmar que para negar (duda positiva). Es el estado en el que el intelecto fluctúa entre la afirmación y la negación de una determinada proposición, sin inclinarse más a un extremo de la alternativa. La duda es «parcial» cuando sólo suspende uno o varios juicios relativos a algún aspecto de lo real y es «universal» cuando suspende todo juicio. Es «metódica» cuando se la toma como medio para descubrir la verdad. La duda (parcial, metódica) es el engra­naje de la vida intelectual. Abstenerse de afirmar algo cuando no se tienen razones para sostener el juicio es prudencia. No se debe confundir duda con pregunta. Cuando se formula una pregunta no se duda porque todavía no existe un juicio (una respuesta) para sus­pender; solamente se tiene consciencia de la propia ignorancia y del deseo de saber. No es lo mismo preguntar si existe Dios y du­dar de Dios...

d) CONJETURA:

Es una tendencia a emitir un juicio demasiado “débil” (una tendencia hacia la afirmación de algo de lo que tenemos algunos indicios reales o algunas “sospechas”) para ser afirmado con certeza. Es una tendencia que –en cuanto conjetura– se queda en el estado de aproximación a la verdad...

e) OPINIÓN:

Es un juicio, pero no dado aún firmemente, formulado con explí­cito o implícito temor a equivocarse, reservando la posibilidad de que el juicio contrario sea verdadero. Aunque el temor pertenece a la afectividad, analógicamente está aplicado al intelecto: el peligro está en que el juicio afirmado sea falso, que las cosas sean de un modo distinto que como lo pensamos. El temor a equivocarse es la conciencia de que los motivos para afirmar son solamente pro­bables. Las razones que impulsan no determinan suficientemente al entendimiento para que se pronuncie totalmente en algún senti­do. La mente asiente a una de las partes, pero sospechando que la opuesta puede ser verdadera. Pertenece a la esencia de la opinión el que el asentimiento no sea firme. La opinión es de suyo una estimación ante lo contingente, aquello que puede ser y no ser. Como no todo es contingente, no todo es opinable.
Las dificultades (morales si se quiere) aparecen cuando la opinión está firmemente asen­tada en el espíritu y se afirma sin temor. Por estar fundamenta­da en un motivo probable es, en sí misma, una simple opinión tomada equivocadamente por certeza. En la práctica, es importante discernir entre la opinión y la certeza. Tan injustificado es tener lo cierto por opinable como lo opinable por cierto. Tener criterio es, en buena parte, saber discernir las distintas situaciones en las que se encuentra la mente en cada momento.

Actividades para el punto XII:

1.   Buscar diversos ejemplos de cada una de las situaciones planteadas: certeza, ignorancia, duda, conjetura, opinión. Ej. “Tengo certeza de que las cosas ocurrieron así porque yo estaba presente allí cuando sucedieron”
2.   Buscar algunos recortes periodísticos donde se expresen certeza, ignorancia, duda, conjetura, opinión.
3.   Describe al menos 5 principios morales y comenta qué actitud haz personalmente asumido respecto de ellos (son certezas, opiniones, cabe en ellos la duda, etc. –Justifica). Puedes hacer lo mismo respecto de principios políticos, religiosos, futbolísticos, etc.).


Fragmento adaptado (Fuente:  "Filosofía, Historia, Problemas, Vida" de Jorge Eduardo Noro, Ed. Didascalia, Rosario, 2012.)

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