jueves, 22 de marzo de 2012

FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA / RAZÓN Y FE


Principios y luz propia de ambas disciplinas:

La Filosofía y la Teología constituyen «órdenes» de conocimiento diferentes

La Teología: tiene por luz la FE y por principios las VERDADES REVELADAS (puede «servirse» de la filosofía cuando así lo juzgue conveniente –aunque propiamente hablando no tienen necesidad de ella– para cumplir su cometido que consiste en comprender cada vez más profundamente el sentido de las verdades de fe. Es este el auténtico sentido de la sentencia que afirma que la «filosofía es sierva de la teología»).


La Filosofía: tiene por luz la RAZÓN y por principios las VERDADES EVIDENTES (la filosofía es autónoma y libre e su orden propio. No está por naturaleza ordenada a servir a la teología).

El «prejuicio» propio de la Fe:

Para pensar: ¿Constituye –para el filósofo cristiano– la Fe una especie de «prejuicio» que de antemano le indica hacia donde está la verdad que constituye la finalidad de sus especulaciones? Esto es pues uno de los argumentos que arguyen quienes rechazan la posibilidad de que un cristiano pueda «hacer filosofía».  ¿Es la Fe un «prejuicio»? Sí, no temamos afirmarlo pero, ¿quién aborda un problema sin tener algún prejuicio?, es decir, sin haberse forjado una idea de lo que va a probar. El peor prejuicio es creer que se está libre de prejuicios; el hombre es un animal social y la educación que recibimos imprime en nosotros una marca que condiciona –aunque no determina, claro está– nuestros futuras convicciones. Un filósofo cristiano, aún lleno de prejuicios, es consciente de ellos y los admite públicamente. ¿Diremos entonces que un «filósofo cristiano» no es «amante de la sabiduría» en razón de que, por la Fe, ya –en alguna medida– la conoce y la posee? El filósofo cristiano no busca la verdad pero la ama tanto como el que más, porque amar una cosa no es solo buscarla cuando no se posee, sino también gozarla, profundizarla y defenderla cuando se posee. Busca también la verdad propia de la razón como los demás pues –aunque la posea por la Fe– la busca con su razón hasta lograr demostrarla; entonces la posee nuevamente y de una forma más plena. El «conocimiento» propio de la Fe es inferior, en su estatus de conocimiento, al conocimiento propio de la visión o la ciencia. 

Fragmento adaptado del libro Introducción General y Lógica, Curso de Filosofía Tomista,  
Autor: Verneaux, Roger, Ed. HERDER,.  

APUNTE DE CÁTEDRA II


“Los caminos de la ciencia” Cap. I

  • Lo científico: modo específico de conocer diverso del mito y la filosofía. 
  • A propósito de la observación desinteresada como principio del saber: asumir la actitud del «no habituado» frente a las cosas. Aparición del «sentimiento de perplejidad» frente a las cosas.
  • La «observación sistemática» como principio de «lo científico»/ necesidad de una regular recolección de la información.
  • La comprensión del universo como un «cosmos», una totalidad organizada
  • A propósito de la doble dimensión, teórico-práctica del conocimiento científico.
  •  Del surgimiento de «hipótesis» que se presentan como modelos explicativos del acontecer del cosmos.
  • Distinción entre observación y observación sistemática (científica): la observación sistemática es, por cierto, algo más que lo que hacemos en la práctica cotidiana. Incluye a todos los sentidos y se dirige a las características y al comportamiento de los objetos como parte de un problema de investigación definido: observar sistemáticamente es recoger datos de un modo organizado y regular para encontrar respuestas a lo que no sabemos pero deseamos conocer.
  •  Característica de la observación científica (que es una técnica de recolección de datos): La observación sistemática es «repetitiva» (porque así se confirma y enriquece, incorporando las modificaciones que los objetos puedan sufrir con el transcurso del tiempo) y «exacta» para permitir efectuar mediciones, para establecer comparaciones, para evaluar con la mayor certeza la información recibida.
  •  Limitaciones: como técnica de obtención de datos que es, no alcanza, por sí misma, a darnos la explicación de los fenómenos. Necesidad de complementar la observación con la construcción de modelos teóricos.
  •  Para que la observación sistemática nos proporcione un conocimiento generalizado y válido, es preciso responder con antelación a una pregunta elemental y básica: ¿qué conviene observar?, es decir, ¿dónde deben concentrarse el esfuerzo para que éste nos lleven a conclusiones de provecho?
  •  Para observar con provecho y llegar a conclusiones consistentes es preciso proceder a abstraer algunas características específicas de entre la riquísima gama que se ofrece a los sentidos; se trata de eliminar la superabundancia de datos posibles. Sin un adecuado nivel de abstracción la observación de los fenómenos no puede resultar verdaderamente fructífera. De nada sirve acumular datos sin un criterio que permita organizarlos.
  •  Abstraer significa literalmente "sacar algo", separar algunas características comunes a una cantidad de objetos. El problema que se plantea al observador consiste entonces en determinar qué habrá de abstraer.
  •  La razón es la facultad que juzga cuáles son la variables esenciales a un determinados objeto de estudio (reconoce una criterio válido de abstracción). Asimismo nuestro entendimiento organiza sistemática y jerárquicamente dichas percepciones. En otros términos: nuestra razón elige convenientemente las características sensibles más importantes de aquello que queremos conocer; formula preguntas con sentido en relación a ellas; abstrae los elementos que nos habilitan para detectar «regularidades» empíricas y para proponer «leyes» (y luego teorías) que expresen el comportamiento de los objetos en estudio. Los datos en ausencia de referentes teóricos sólidos no alcanzan a iluminar adecuadamente los problemas formulados en la investigación.
  • De cómo la teoría y la empiria se complementan, enriqueciéndose dialécticamente. De cómo el conocimiento científico es consciente de su fiabilidad y está siempre abierto a rectificaciones. 

APUNTE DE CÁTEDRA I


A propósito de la “evolución” del concepto de ciencia:

Como ha sucedido con numerosas palabras el término «ciencia» ha ido variando su significación a lo largo de la historia. Por ejemplo, en el Medioevo, la Filosofía y la Teología no solamente eran consideradas «ciencias» con el mismo «status científico» que hoy tienen las llamadas ciencias físico-matemáticas y las naturales, sino que eran entendidas como las «ciencias supremas» que el ser humano podida llegar a conocer. La Teología era –y es considerada actualmente por los teólogos– como una «participación humana» en la ciencia divina –la cual se obtiene por una especial revelación de Dios. La Filosofía aún hoy es comprendida por algunas corrientes de pensamiento filosófico como la «ciencia suprema» o «sabiduría» que se ocupa del conocimiento de los «primeros principios y las primeras causas» que constituyen lo real.
Es importante comprender que una cuestión es «reconocer» que en el presente no demos, en el uso común, el nombre de «ciencia» a dichos saberes –y que lo reservemos para otro tipo de conocimientos como las ciencias experimentales, y  otra cosa es suponer que lo que antes era llamado ciencia no posee el mismo grado de «veracidad» e «importancia» que nuestros actuales saberes. Pues, para nuestra vida, es mucho más importante aprender a distinguir lo bueno y lo malo en cuestiones morales –y ello pertenece estrictamente al campo de la Filosofía– que entender los procedimientos de la mecánica cuántica.

Propuesta de definición:

La «ciencia» es el conocimiento «cierto» de las cosas por sus «causas» o por sus «leyes». En este sentido, «una ciencia» es un conjunto de verdades –acerca de alguna clase de seres– lógicamente encadenadas entre sí, de forma tal que formen un sistema coherente».

La cuestión del «porqué» y el estudio del «cómo», elementos que permiten diferenciar las aspiraciones científicas de las propiamente filosóficas:

La investigación de las «causas» –de la «razón de ser», del «porqué» propiamente dicho– que intervienen en la «constitución» y en el «obrar» de los seres corresponde propiamente a la filosofía. Las ciencias filosóficas se aplican al estudio de la «esencia» de los seres así como a comprender los principios que rigen sus mutuas vinculaciones. (Este conocimiento esencial de lo real no siempre es posible de alcanzar por el entendimiento humano).

Las llamadas ciencias experimentales se limitan a buscar –y a expresar generalmente de manera formal en términos matemáticos– las «leyes que gobiernan la sucesión de los fenómenos»; es decir, el estudio del «cómo» suceden (y sucederán, según predicen esas mismas leyes) las cosas. Estas ciencias «describen», por medio de leyes y teorías, «cómo» un fenómeno o conjunto de fenómenos condicionan regularmente la aparición de otros fenómenos.

martes, 20 de marzo de 2012

DEFINICIÓN NOMINAL Y ESENCIAL DE LA DISCIPLINA



Etimologicamente Filosofía significa: amor a la sabiduría.

*     La noción de «amor» está tomada aquí en el sentido de «tendencia», de un impulso que nos mueve a la conquista de algo que nuestra inteligencia vislumbra como valioso; el amor es el «resorte» de toda búsqueda humana.

*      Sabiduría: procede del griego sophia. La sabiduría para los griegos era un «saber superior» en relación al ser y al sentido de las cosas. En este sentido, Aristóteles sostiene que «la posesión de la sabiduría es algo más que humano de forma tal que solo Dios puede gozar de este privilegio».

*      El término sophia, se traduce al Latín por sapientia, que es un sustantivo que procede del verbo sapere. Sapere significa en Latín: tener «buen gusto» (saber «gustar» algo), ser «buen conocedor», «juzgar acertadamente» en cualquier dominio. Como se ve, aquí el concepto –aun conservando la particularidad de ser un «saber superior»– exige en el hombre que lo posee una cierta aptitud para «gustar» lo aprendido y encontrar en ello su felicidad y su gozo.

Según una tradición registrada por Cicerón fue Pitágoras de Samos quien inventó el término «Filosofía» con el propósito de diferenciarse de los primeros grandes pensadores griegos que fueron llamados por la tradición «sabios». Pitágoras, por modestia, solo quiso llamarse amigo o amante de la sabiduría.
 
Definición esencial:

“Ciencia de la totalidad de las cosas por sus causas o principios más profundas adquirida por la luz natural de la razón”

Ciencia:

Muchos de nuestros conocimientos no son científicos sino producto de la experiencia cotidiana. El navegante que conoce la periodicidad de las mareas por estar habituado a observarlas no posee un conocimiento científico de las mismas. En contraposición, quien conoce las mareas en razón de la atracción lunar posee un conocimiento científico de las mismas. En un sentido amplio puede decirse entonces que la ciencia es un conocimiento de las cosas por sus  «leyes» y «causas». Sin embargo, para hablar de la posesión de una ciencia, es preciso poseer un conjunto ordenado y sistemático de conocimientos causales acerca de una determinada realidad. El conocimiento científico se opone a la posesión de conocimientos de forma fragmentada.

De la totalidad de las cosas:

En un aspecto, la Filosofía se distingue de las ciencias particulares en que no recorta un sector de la realidad para hacerlo objeto de su estudio. De esta visión de la totalidad sólo se hace cargo la filosofía.

Por sus razones más profundas:

Lo dicho anteriormente podría hacernos creer que la filosofía –dedicada como disciplina al estudio de todas las cosas‒ no se  distingue en nada del saber aportado por el ‘conjunto’ de las ciencias particulares (la enciclopedia).

Así, para diferenciar a la filosofía de la enciclopedia debemos presentar la distinción entre ‘objeto material’ y ‘objeto formal’ de una ciencia.

«Objeto material» es aquello sobre lo que trata una determinada ciencia, es decir la realidad material que hace objeto de su estudio (En este sentido, el objeto material de la filosofía (todas las cosas) coincide con el de la enciclopedia).

Se denomina «Objeto formal» al particular «punto de vista» desde el cual una ciencia estudia su objeto. Por ejemplo, la Geología y la Geografía tienen un mismo objeto material (la tierra) pero distinto objeto formal, pues mientras la Geología estudia la composición de las capas terrestres, a la Geografía le interesa la composición exterior de la tierra.

Las llamadas «ciencias particulares» estudian una porción de la realidad; ellas se aplican al estudio de las «causas próximas» de los sucesos explicando sus regularidades por medio de «leyes» generalmente expresadas en lenguaje formal.
En cambio, la filosofía busca conocer la totalidad de la realidad en sus principios constitutivos más profundos.

A su vez, cada ciencia particular parte de unos postulados o axiomas que no demuestra y ateniéndose a ellos estudia su objeto. En contraposición, la Filosofía procura ser un saber «sin supuestos» que intenta llegar a obtener una coherente visión del universo en sus principios más íntimos.

Adquirida por la luz natural de la razón:

Cabría todavía confundir a la Filosofía con otra ciencia que también estudia la realidad en su conjunto por sus principios más profundos, otra ciencia que también procura estudiar la cuestión del origen y del sentido más íntimo de todas las cosas. Se trata de la Teología revelada. La llamada Teología sobrenatural obtiene sus conocimientos a partir de lo que, según se cree, Dios reveló en los libros sagrados. En cambio, la filosofía busca conocer la realidad con la sola fuerza de la razón, rechazando la posibilidad de imponer un conocimiento como verdadero por la apelación a la supuesta autoridad de quien lo afirma.