Siglos XVII y
XVIII: la filosofía y el problema del conocimiento
I) Introducción:
A partir del RENACEMIENTO, la
sociedad y el pensamiento de Occidente adquieren caracteres que lo diferencian
claramente del tipo de problemas que habían caracterizado a la filosofía ESCOLÁSTICA
que la EDAD MEDIA había consagrado, con una metodología y un conjunto de
cuestiones propias.
Pero la revolución cultural que en sí misma
representa el RENACIMIENTO, en la opinión de numerosos autores, se caracteriza
por ser un período histórico vinculado a la realización de una dura CRITICA del
pasado inmediato (= edad media) sin aportar elementos valiosos en lo que a
filosofía original y constructiva se refiere. Debemos reconocer, sin embargo,
que el «renacimiento», el «humanismo» y la «nueva ciencia» representan el
inicio de un curso de descubrimientos y de inquietud intelectual que se
prolongarán luego en la filosofía moderna europea.
La FILOSOFÍA –una filosofía que
reiteradamente denominamos como «amante de la verdad y de la totalidad»– bajo
la presión y la presencia de las CIENCIAS (físico-matemática y de la
naturaleza) ve ampliarse el ámbito de sus cuestiones. Las ciencias –en este
período– definen sus estructuras: sus objetos de investigación, sus principios
constitutivos y su metodología específica e inician un seguro caminar en el «de-velamiento»'
de múltiples áreas de la realidad.
Si la filosofía medieval había contemplado
con abierta admiración la seguridad de la TEOLOGÍA y de las VERDADES de FE, la
filosofía moderna se muestra también como la historia de una admiración por la
ciencia, por su seguridad «matemática» brindada por sus conclusiones: los
filósofos sueñan con un lenguaje tan seguro y preciso como el lenguaje
matemático para poder hablar del BIEN, del HOMBRE, del SER, de la MORAL o de
DIOS.
Entre los ÓRGANOS DEL CONOCIMIENTO, la RAZÓN
humana aparece lentamente como un instrumento cuya importancia creciente van
testificando las ciencias en formación y en expansión. Si la RAZÓN es o no el
ÚNICO medio para conocer y dominar la realidad y la verdad será motivo de
prolongados enfrentamientos y debates. Lo cierto es que la RAZÓN es un
capacidad esencial para el ejercicio de la FILOSOFÍA; si la RAZÓN CIENTÍFICA ha
podido «ordenarse», para descubrir los secretos de la matemática y de la
naturaleza, del espacio y de los astros, la RAZÓN de la filosofía puede trabajar
sobre sí misma para asegurarse que sus temas y sus problemas pueden encontrar
un planteamiento adecuado y una definitiva resolución.
Es pues natural que en este período se
proceda a REVISAR críticamente las respuestas y los procedimientos de la
filosofía anterior, no para eliminarlos o negar sus aportes, sino –sobre todo–
porque la seguridad del CONOCIMIENTO obliga a no aceptar como «cierto»
pre-supuesto alguno para poder construir un edificio sólido y sin fisuras. Y
«fisuras» son, para los hombres del renacimiento y la modernidad, todas las
afirmaciones de la filosofía precedente que no se sostienen cuando se las
somete a una crítica minuciosa y profunda.
Complementariamente, los diversos filósofos
representantes del período, procuran definir un MÉTODO (= camino) a través del
cual se pueda transitar con seguridad en la búsqueda de las soluciones y de la
verdad. Definir un método significa también extender las posibilidades del
conocimiento humano, ahorrando el tiempo y multiplicando los resultados del
esfuerzo.
Lentamente la FILOSOFÍA se aproxima a una
cuestión clave en el cuadro de sus problemas: el problema GNOSEOLÓGICO, el del
conocimiento humano. Aunque había estado presente desde los inicios mismos de
la FILOSOFÍA es en esta época cuando se producen las formulaciones más
explícitas y se enfrentan las posiciones más antagónicas. El CONOCER no es una
función que se acepta con indiscutible certeza, sino que se somete a un
análisis complejo, ensayando numerosas y variables respuestas.
II) Actividades:
Subrayar las ideas principales
del texto e identificar palabras, frases o afirmaciones que requieren una explicación
suplementaria.
Para pensar (y responder por
escrito en las carpetas): ¿Por qué se afirma que la FILOSOFÍA sueña con
adquirir la seguridad en el conocimiento propia de las CIENCIAS?
Procede a la lectura los
siguientes fragmentos y e indica si en ellos se expresa, o no, el espíritu y
las ideas de este período de la filosofía:
a. DESCARTES: DISCURSO DEL MÉTODO.
"Pero
como hombre que tiene que andar solo y en la oscuridad, resolví ir tan
despacio y emplear tanta circunspección en todo que, a cambio de adelantar
algo, me guardaría al menos muy bien de tropezar y caer. E incluso no quise
empezar a deshacerme por completo de ninguna de las opiniones que pudieron
antaño deslizarse en mi creencia, sin haber sido introducidas por la razón,
hasta después de pasar buen tiempo dedicado al proyecto de la obra que iba a
emprender, buscando el verdadero método para llegar al conocimiento de todas
las cosas de que mi espíritu fuera capaz..." (Parte 2da.)
b. DESCARTES: MEDITACIONES METAFÍSICAS.
"Hace
mucho tiempo que me he dado cuenta de que desde mi niñez, he admitido como
verdaderas una porción de opiniones falsas, y que todo lo que después he ido
edificando sobre tan endebles principios no puede ser sino muy dudoso e
incierto; desde entonces he juzgado que era preciso acometer seriamente la
empresa de deshacerme de todas las opiniones a que había dado crédito, y
empezar de nuevo, desde los fundamentos, si quería establecer algo firme y
constante en las ciencias". (Meditación 1-)
c. FRANCIS BACON: NOVUM ORGANUM.
"Ocioso
es esperar que la ciencia haga ningún adelanto grande, injertando cosas nuevas
a las viejas. Hemos de comenzar otra vez desde los fundamentos mismo a menos
que estemos dispuestos a seguir siempre dando vueltas en torno de un mismo
círculo, con adelanto menguado y despreciable". (Na XXXI)
d. BERKELEY: TRATADO DEL CONOCIMIENTO HUMANO
"Dado
que la filosofía no es otra cosa sino el estudio del saber y de la verdad,
debería suponerse fundadamente que los que han dedicado mucho tiempo y esfuerzo
a ella, deberían gozar de mayor calma y serenidad de pensamiento, mayor
claridad y evidencia en el conocimiento y verse menos perturbados con dudas y
dificultades, que el resto de los hombres. Pero esto no sucede así. No hay
duda que es empresa digna de todos nuestros esfuerzos, realizar una indagación
estricta acerca de los primeros principios del conocimiento humano, a fin de
examinarlos y analizarlos en todos los sentidos..."
III) El Racionalismo de DESCARTES
La obra de Descartes intentó representar para
su época, y sobre todo para la posteridad inmediata, un «borrón y cuenta
nueva» respecto al pensamiento tradicional. Fue notable no sólo como filósofo,
sino también como hombre de ciencia (geometría analítica, ley de refracción de
la luz, aproximación a la ley de la inercia, teoría del magnetismo).
Como FILÓSOFO, interesa ante todo
caracterizar el «radicalismo» que singulariza su pensamiento: su tendencia a ir
hacia las verdaderas y profundas «raíces», hacia los últimos fundamentos. Es el
primero que con claridad «vive» en la creencia del fracaso de la filosofía
precedente: necesita encontrar la seguridad de una verdad indubitable y
definitiva, fundada sobre bases sólidas.
Podemos rescatar sintéticamente:
1. la duda METÓDICA, entendida como el
recurso metodológico para buscar la verdad, desconfiando de todo conocimiento
que no soporte el asalto de la duda.
2.
el primer conocimiento absolutamente cierto: PIENSO, LUEGO SOY: que
representa la base racional para proseguir en la búsqueda de la verdad.
3.
El método CARTESIANO para llegar a conocimientos UNIVERSALES Y
NECESARIOS. (Único medio = la RAZÓN).
RACIONALISMO
El órgano del conocimiento es la RAZÓN
humana, su capacidad y la íntima convicción de que la realidad posee una
estructura racional que el hombre puede conocer y ordenar. El conocimiento que
procede de los sentidos y de la experiencia es particular y contingente,
dudoso. El único tipo de conocimiento válido es el que conduce a verdades
UNIVERSALES y NECESARIAS.
En el hombre hay ideas innatas que operan
independientemente del dato de la experiencia.
La ciencia por excelencia es la MATEMÁTICA
porque representa la racionalidad, la validez universal de su contenido
IV) El Empirismo de HUME:
David Huma es el más ilustre representante
del «empirismo» y con su pensamiento dicho movimiento llega a su culminación.
Desconfiando de las posibilidades y del
alcance del pensamiento racional y afirmando que TODO conocimiento deriva en
última instancia de la experiencia sensible, Hume somete a crítica los
conceptos fundamentales de la filosofía occidental que había confiado en el poder
de la razón para resolver los problemas.
La crítica de su filosofía se enfrenta al
pasado filosófico, pero recorriendo otro camino y definiendo en otros términos
el CONOCIMIENTO HUMANO: al principio, la mente del hombre es como una hoja en
blanco y sólo más tarde se va “llenando” progresivamente con los contenidos de
las percepciones: todo lo que creemos que está en nuestra mente no es más que
fruto de las transformaciones de esas percepciones originales.
Podemos rescatar sintéticamente:
1.
Impresiones e Ideas mientras las primeras representan todas las percepciones
que el hombre tiene (experiencia), las ideas son 'impresiones derivadas' por
obra de la fantasía o de la memoria.
2.
Crítica a la idea de SUSTANCIA, de YO, de causa-efecto, de DIOS: todo
lo que creemos demostrado y probado, no es más que la combinación de
percepciones y de ideas en una unión indebida, sin una existencia comprobable e
independiente.
EMPIRISMO:
Mientras el racionalismo afirma que la RAZÓN
conoce sin ayuda de la experiencia, el «empirismo» sostiene la tesis
contraria. TODO conocimiento deriva en última instancia de la experiencia
sensible: ésta es la única fuente del conocimiento y sin ella no se lograría saber
ninguno.
El espíritu no tiene contenidos originarios
(ideas innatas) sino que es como un papel en blanco que la experiencia va llenando.
Es válido todo conocimiento que proceda de la experiencia y se debe desconfiar
de todos aquellos que la ignoren. Está relacionado con las CIENCIAS NATURALES
hechas de observación y experimentación.
V) El conocimiento como problema filosófico:
La filosofía se caracteriza por formular
interrogantes que sobrepasan el mundo de lo natural y de lo cotidiano; por
ello, un filósofo contemporáneo como Martín HEIDEGGER al intentar definirla
afirmaba que es un «extra-ordinario preguntar por lo extra-ordinario». Esa
natural «separación de lo cotidiano que implica la actividad filosófica, no
puede sin embargo transformarla en una investigación aislada e incomunicada:
la filosofía debe volver sobre el mundo natural (recordar el regreso del
prisionero liberado en la Alegoría Platónica) para iluminarlo con una nueva luz
de la verdad.
En nuestra cotidiana existencia, el
CONOCIMIENTO aparece como «a-problemático», esto significa que, generalmente,
nadie cuestiona si puede o no conocer; si lo que conoce es cierto, verdadero o
seguro; si todos conocemos de la misma manera o llegamos al mismo nivel de
certeza, etc.
Si, por ejemplo, fuera del ámbito de una
lección de filosofía interrogamos a las personas acerca de si es posible
conocer; o si creen que los seres humanos tenemos problemas para conocer las
cosas; o si piensan que es necesario investigar el conocimiento humano a fin de
certificar su certeza, etc. Frente a ello, es muy probable que nos respondan
que no pueden perder el tiempo en vaguedades y cosas inútiles.
Sin embargo, en nuestra vida cotidiana –al
margen de la actividad filosófica– muchas veces ponemos en duda nuestro
conocimiento, aunque al reflexionar difícilmente lo recordemos. Así surgen
algunos interrogantes propios de la experiencia «a-crítica» cotidiana:
- ¿Será cierto lo que afirman acerca de esto o de aquello?
- ¿Es verdadero, real o posible lo que mis ojos contemplan o lo que oyen mis oídos? ¿Cómo puedo llegar a conocer verdadera y profundamente a una persona, cuando constato que parece una realidad escurridiza?
- ¿La información que recibo, a través de diversos canales, es verdadera, es fiel a la realidad a la que se refiere?
- ¿Por qué hay múltiples versiones -distintas y contradictorias- de un mismo hecho que todos han presenciado igual?
Y así podríamos prolongarnos en múltiples
cuestiones acerca de ilusiones ópticas, fallas de audición o de percepción,
malentendidos, confusiones en el lenguaje, problemas de nuestro razonamiento,
etc..
Pero ante la pregunta:
¿Debemos someter a cuestión nuestro conocimiento?
Naturalmente una gran mayoría de personas concluirá
que no es necesario, porque sobran las cuestiones urgentes, inmediatas o
importantes.
Debemos, empero, formular algunos
interrogantes que nos permiten introducirnos en el PROBLEMA GNOSEOLÓGICO o DEL
CONOCIMIENTO:
- ¿Cómo se produce el conocimiento? ¿Qué significa que alguien conozca algo?
- ¿Cuáles son los instrumentos o los órganos del conocimiento?
- ¿Cuándo y cómo sé que lo conocido responde al objeto real?
- ¿Me engañan los sentidos? ¿Me engaña la razón? ¿Cuál de ellos es más confiable?
- ¿Puedo conocer siempre? ¿Hay situaciones en las que las que mi conocimiento está velado o imposibilitado?
- ¿Cómo puedo transmitir el contenido de mi conocimiento sin traicionar su versión original?
- ¿Hay determinados objetos o cuestiones que se “resisten” a ser conocidos?
- ¿Y si todo lo que consideramos nuestro conocimiento y nuestra realidad fuera un simple sueño, una creación de nuestra fantasía?
- ¿Qué diferencia hay entre el conocimiento cotidiano, el científico, el místico-religioso y el filosófico? ¿Cuál de ellos nos muestra la profundidad de los seres con mayor fidelidad?
VI) Actividades:
a. Proceder a leer y a marcar las
dificultades de comprensión.
b. La ciencia, ¿se rige por el conocimiento
vulgar o cotidiano o impone otra manera de ver y de comprender las cosas? Formular
algún ejemplo explicativo que justifique la respuesta.
c. Buscar un ejemplo de «verdades
contradictorias» acerca de un mismo hecho. Comparar diversas fuentes
informativas o periodísticas.
VII) El fenómeno del conocimiento:
El método que se emplea en la descripción del conocimiento –primer
paso, antes de poder formular interrogantes y analizar las posibles
respuestas– es el llamado «método
fenomenológico» (es decir, se atiende exclusivamente al fenómeno del
conocer tal como se nos presenta, describiéndolo con pureza, dejando a un lado
opiniones y teorías injustificadas que pudieran perturbar su comprensión).
En todo conocimiento se hallan, frente a
frente, una persona que conoce (denominada técnicamente COGNOSCENTE) y algo CONOCIDO;
un SUJETO y un OBJETO del conocimiento; de modo que la “pareja” «sujeto cognoscente»/«objeto
conocido» es esencial en cualquier conocimiento. La RELACIÓN existente entre
ambos es el CONOCIMIENTO MISMO. Esta DUALIDAD del «objeto conocido» y del «sujeto
que conoce» es una separación completa. Nunca se pueden fundir porque dejarían
de ser dos y entonces no habría conocimiento. Sujeto y objeto son términos
relativos. El «ser-sujeto» como tal existe solo para un objeto; el «ser-objeto»
como tal, existe sólo para un sujeto. En esta relación no hay posibilidad de
que el objeto se convierta en sujeto o que el sujeto se convierta en objeto. La
función del sujeto consiste en un
APREHENDER el objeto. La función del objeto es la «posibilidad de ser
aprehendido» por el sujeto. La tarea del sujeto consiste en “salir de sí” hacia
el objeto: en salir de sí para “adueñarse” del objeto, para “captarlo” mediante
el pensamiento, apropiándose de las determinaciones fundamentales del objeto. El
objeto y sus determinaciones (características esenciales y accidentales) no se
alteran por la actividad del sujeto: al ser captado e “incorporado” en el
ámbito del sujeto, el objeto permanece intacto. Lo que el sujeto “capta” o “apresa”
para incorporar dentro de sí mismo no es el objeto mismo, sino la «imagen» del
objeto. Y precisamente a partir de dicha «imagen» (representación sensible
interior del objeto) que nuestro entendimiento comprende luego sus
características esenciales. Así mientras el objeto se muestra indiferente ante
el sujeto, el sujeto se altera por el conocer; porque la función del
conocimiento provoca en él cambios. En el objeto nada se modifica por obra del
conocimiento: no surge nada nuevo.
En la relación de conocimiento el objeto es
lo «determinante» y el sujeto lo «determinado»: aunque en el aprehender se haga
referencia a la actividad del sujeto, en realidad el CONOCIMIENTO es la «determinación del sujeto por el
objeto». La actividad del sujeto no es incompatible con su receptividad:
hay conocimiento porque en el sujeto hay intención de “apresar” un objeto,
pero también, porque el objeto puede “determinar” al sujeto que lo conoce. Esa
determinación es el fenómeno mismo del conocimiento.
Material extraído (y adaptado) del libro "Filosofía, Historia, Problemas, Vida" de Jorge Eduardo Noro, Ed. Didascalia, Rosario, 2012.
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