Problemas
metodológicos (1° parte) / Autor: Hernán Miguel
Las ciencias naturales nacieron
a partir de intentos de describir el mundo en el que están inmersos los seres
humanos. Esas descripciones no siempre estaban libres de prejuicios y equívocos
tan arraigados en las mentes de los observadores, que la humanidad tardó miles
de años en corregir algunas de sus percepciones mientras que no sabemos cuáles
todavía deben ser corregidas. Una buena descripción del mundo ha servido, y aun
hoy sirve, para explicar los acontecimientos que ocurren en el mundo, para ordenar
de alguna manera el aluvión de datos e información que la naturaleza nos brinda
cuando entramos en interacción con ella, para anticipar la reacción de algunos
sistemas naturales a una manipulación, para anticipar o predecir los fenómenos
naturales incluso sólo a partir de detectar algunos indicadores, para modificar
el ambiente de manera de conseguir los objetivos que hombres y mujeres se propongan.
En síntesis, las descripciones de la naturaleza parecen cumplir con las
necesidades de explicación, predicción y manipulación que el homo sapiens
sapiens viene poniendo en evidencia desde que moldeó piedras, utilizó
estrategias de caza e inventó el fuego. Cuando estas descripciones del mundo se
apartan suficientemente de las creencias mitológicas y mágicas comienzan a
convertirse en lo que hoy llamamos «Teorías científicas».
Las «teorías» en ciencias
naturales describen alguna parte de la naturaleza que ha interesado a la
humanidad. A la vez funcionan como una herramienta que nos permite predecir la
ocurrencia de acontecimientos del tipo de los que se ocupa la teoría y manipular
las condiciones para evitar, provocar o modificar esos acontecimientos. La
obtención de teorías ha sido una de las creaciones culturales a la que la
humanidad le ha dado mucha importancia y lo que nos preguntamos ahora es si
existe algún «método» para la obtención de tales productos culturales. Durante
algún tiempo se ha sostenido que existe algo llamado "el método científico".
Este supuesto método sería una colección de “reglas” que indicarían de qué
modo se debe actuar para obtener datos, formular hipótesis y comprobar si tales
hipótesis son correctas. Sin embargo, pese a los múltiples intentos por
especificar esta especie de "receta", los metodólogos no han podido
dar más que lineamientos interesantes que a veces parecen seguir los
científicos pero que en sí mismos tienen tantas dificultades que no parecen
constituir un método certero para la obtención de la «teoría» de manera de
estar seguros de haber dado con la descripción "correcta". Es así que
hay quienes han sugerido que la investigación en ciencias naturales tiene una
dinámica que se parece más a una actividad creativa dentro de ciertos límites
impuestos por los datos disponibles, que a una actividad clasificatoria y
metódica que paso a paso nos lleva a la verdad. Los datos disponibles
efectivamente fijan un límite a las conjeturas teóricas que los explican pero
ese límite todavía deja una gran libertad para las propuestas explicativas.
Para una misma colección de datos habrá múltiples explicaciones satisfactorias
y será necesario poner a prueba esos modelos explicativos para ver cuál de
ellos es capaz de predecir mejor los acontecimientos todavía no observados. Aun
así en el mejor de los casos tendremos una descripción que ha sido exitosa en
las predicciones y satisfactoria en la manera en que ha logrado articular los
datos, y sin embargo los casos por estudiar en el futuro pueden llegar a
ponerla en algún aprieto. Por otra parte, cuando nos referimos a los datos
disponibles hemos hecho un recorte, una selección del sistema a estudiar o el
sector de la naturaleza en estudio. Esta selección de qué cosas vamos a
estudiar y cuáles aspectos constituyen el objeto de estudio será nuestro ámbito
de interés y ésta ya es una limitación impuesta por nosotros como investigadores
y no por la naturaleza misma. La elección de cuáles aspectos serán tenidos en
cuenta en la descripción y que por lo tanto deben registrarse como datos
relevantes a la investigación es una decisión humana y no parece estar impuesta
por la naturaleza de lo que estamos estudiando. Mencionemos también que en las
explicaciones que nos parecen satisfactorias suelen mencionarse conceptos y
términos que escapan a nuestra percepción directa. Solemos explicar que los
planetas se mantienen ligados al Sol debido a una "atracción
gravitatoria"; que los rasgos que observamos en los organismos provienen
de una "información genética"; o que nuestros cuerpos siguen andando
hacia adelante cuando el colectivo frena porque poseen cierta
"inercia". Así las descripciones suelen referirse a cosas que no se
detectan de manera directa o incluso que no se detectan de ninguna manera y sin
embargo juegan un rol importante en la explicación y la comprensión que
logramos de esos fenómenos. En ciencias sociales también nos referimos a estos
tipos de cosas. Solemos explicar el éxito de una marca por la
"imagen" que logró imponer en el "mercado"; podemos hablar
de la "intención de voto" de las "clases sociales" o de la
"tendencia de los mercados".
La caracterización de estas entidades
teóricas ha sido tan conflictiva que una vez más la "receta para hacer
teorías" tuvo dificultades. Finalmente, digamos que se esperaba obtener un
método científico tan eficaz, que las teorías se seguirían nutriendo siempre de
datos consistentes con el conocimiento acumulado hasta el momento. Con un
método así no podría explicarse el abandono de una teoría. Pero la historia de
las ciencias naturales nos ha mostrado, en más de una oportunidad, cambios
radicales en las teorías, abandonos de teorías que habían parecido adecuadas
durante cientos de años y que ahora eran reemplazadas por otras totalmente
incompatibles con las anteriores. El progreso de la ciencia debería haber sido,
según el «método» tan buscado, un avance cada vez más profundo y a la vez más
extendido de las teorías sobre la naturaleza. Debería parecer que la ciencia
avanza a medida que va descorriendo un velo de ignorancia que protege a la
naturaleza del conocimiento del científico. Cuanto más conociéramos de la
naturaleza, más información tendríamos pero también más convencidos quedaríamos
de las teorías que nos habían llevado a ese conocimiento. Lamentablemente para
los metodólogos, epistemólogos o filósofos (e incluso algunos profesores de
ciencias que habían sucumbido al recetario) que buscaban denodadamente este
método, no pudo ser delineado de forma precisa y eficiente. La obtención del conocimiento
no parece seguir una "receta" predeterminada y siempre requiere de la
inventiva del investigador para sortear dudas, generar preguntas inteligentes y
abandonar creencias muy arraigadas para poder alcanzar descripciones más
satisfactorias aunque a veces menos intuitivas y familiares. El progreso de la
ciencia comienza a tener un carácter multidimensional en donde juegan
importantes papeles la capacidad explicativa, la simplicidad, la articulación
de la teoría con otros saberes, la capacidad predictiva y de transformación de
la naturaleza y el impulso hacia los desarrollos tecnológicos que esa teoría
promueve. Pero sin embargo no se ha perdido totalmente aquel intento por
construir una ciencia siguiendo algunas normas. Recomendaciones básicas y sugerencias
moderadas de cómo comenzar a estudiar los fenómenos naturales, han sobrevivido
y constituyen hoy en día parte sustancial de la capacitación de los
investigadores. Daremos un vistazo a las diferentes corrientes que intentaron
delinear la manera en la que los científicos construyen sus teorías y
anotaremos a cada paso las dificultades con las que se encontraron para
"redondear" sus propuestas. Las diferentes descripciones de la
práctica científica nos han dejado algo interesante para forjarnos nuestra
propia manera de hacer investigaciones y de encauzar nuestra inventiva en la
forma de proponer teorías. A su vez, este trayecto también es un recorrido
casi cronológico en el reconocimiento de las dificultades en la obtención del
conocimiento, decisiones sobre la elección entre teorías y fundamentación del
progreso científico.
Actividades:
I) Lee detenidamente el
siguiente fragmento, subraya las ideas principales y reconoce las palabras
clave que lo estructuran.
II) A
continuación te proponemos las 4 reglas que Renato Descartes propuso en 1637 en
su obra “Discurso del Método” como
medio seguro para acrecentar nuestros conocimientos científicos. Luego de leer
comprensivamente la propuesta cartesiana escribe en tu carpeta, lo más
completamente que te sea posible (una carilla aprox.), una reflexión sobre los
puntos de coincidencia y de oposición entre ambos fragmentos.
“…Por todo lo cual,
pensé que había que buscar algún otro método que juntase las ventajas de esos
tres, excluyendo sus defectos. Y como la multitud de leyes sirve muy a menudo
de disculpa a los vicios… […]… así también, en lugar del gran número de
preceptos que encierra la lógica, creí que me bastarían los cuatro siguientes,
supuesto que tomase una firme y constante resolución de no dejar de observarlos
una vez siquiera:
- Fue el primero, no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mí espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda.
- El segundo, dividir cada una de las dificultades, que examinare, en cuantas partes fuere posible y en cuantas requiriese su mejor solución.
- El tercero, conducir ordenadamente mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos, e incluso suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente.
- Y el último, hacer en todo unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no omitir nada.
Esas largas series de trabadas razones muy simples y fáciles, que los geómetras acostumbran emplear, para llegar a sus más difíciles demostraciones, me habían dado ocasión de imaginar que todas las cosas, de que el hombre puede adquirir conocimiento, se siguen unas a otras en igual manera, y que, con sólo abstenerse de admitir como verdadera una que no lo sea y guardar siempre el orden necesario para deducirlas unas de otras, no puede haber ninguna, por lejos que se halle situada o por oculta que esté, que no se llegue a alcanzar y descubrir”.
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