miércoles, 25 de abril de 2012

¿QUÉ ES UN PROBLEMA FILOSÓFICO? ¿TIENEN SOLUCIÓN LAS PREGUNTAS FILOSÓFICAS?


Al igual que las demás ramas de la filosofía, la filosofía de la ciencia consiste en discusiones interminables sobre problemas que no se pueden resolver. Por supuesto, no todos están de acuerdo con esta manera de entender la filosofía: los que proponen alguna solución para un problema filosófico suelen estar convencidos de que en efecto lo han resuelto. Justamente, uno de los problemas filosóficos no resueltos es el que se expresa en la pregunta "¿Qué es la filosofía?" Yo suscribo una concepción de la filosofía muy difundida según la cual los problemas filosóficos no son solucionables, esto es, no sólo no se han resuelto hasta ahora sino que no se pueden resolver. A veces un problema filosófico se torna solucionable; es lo que sucede cuando los especialistas en el tema se ponen de acuerdo en cómo hay que tratarlo, en cuál es el método para tratar de resolverlo. Pero, cuando ocurre esto, el problema deja de ser filosófico y pasa a formar parte de una disciplina científica independiente de la filosofía –aunque ésta no es una cuestión de todo o nada, y algunos problemas se ubican en una difusa zona intermedia. Esta es la diferencia fundamental entre la ciencia y la filosofía. Para decirlo con la demasiado célebre terminología de Kuhn, la filosofía se encuentra siempre en el período anterior al paradigma, y cada vez que el tratamiento de un tema por parte de los especialistas supera ese estadio, el tema deja de ser filosófico para convertirse en científico, debido a que, como dice Peter Medawar, "la ciencia es el arte de lo solucionable." Así, por ejemplo, la pregunta con la que nació la filosofía occidental, a saber, "¿De qué está hecho el mundo?" pertenece desde hace mucho a la física. Tal vez no sea éste el mejor ejemplo, ya que se trata de una parte de la física cuyo límite con la filosofía es borroso. Sea como fuere, lo que hoy consideramos filosofía y lo que hoy consideramos ciencia nació todo junto, mezclado, y su separación, que ni siquiera ahora es completa, se fue produciendo muy lentamente –a medida que los problemas se tornaban solucionables; todavía el principal libro de Newton se llamó Principios matemáticos de la filosofía natural. De modo que muchos de los actuales problemas científicos, en disciplinas que van desde la física hasta la ciencia política, fueron antes problemas filosóficos.
Algunos dudan de que un problema insolucionable pueda convertirse en solucionable; piensan que si ahora es solucionable, entonces lo fue siempre, o bien que no es en realidad el mismo problema, aunque a primera vista pueda parecerlo. Creo que, para los fines de este trabajo, la objeción admite una respuesta sencilla, a saber: hay dos clases de insolucionabilidad, la absoluta y la relativa. Los problemas absolutamente insolucionables nunca se vuelven solucionables; los relativamente insolucionables, sí, al cambiar ciertas condiciones. Este cambio en las condiciones no acarrea necesariamente ningún cambio en la formulación del problema, que puede muy bien seguir siendo el mismo. Problemas filosóficos hay de las dos clases: los que nunca se tornan solucionables y los que sí, con lo cual dejan de ser filosóficos y se convierten en problemas científicos.
Por supuesto, los problemas filosóficos no se vuelven solucionables de golpe. Se trata de procesos largos, con etapas intermedias durante las cuales es posible tener la fundada impresión de que los datos empíricos son capaces de influir en la discusión filosófica. Pero me parece que se equivocan los que defienden que todos los problemas filosóficos, en cualquier etapa de su historia, pueden ser resueltos por la investigación científica. Desde luego, uno puede hacer verdadera esta última afirmación decidiendo que los problemas no solucionables son en realidad seudoproblemas de los cuales no vale la pena ocuparse. Pero esta maniobra constituye una petición de principio en contra de la filosofía. Por otra parte, algunos problemas filosóficos, por ser demasiado básicos y generales, nunca se tornan solucionables; esto es lo que ocurre, por ejemplo, con la cuestión de si hay un mundo externo.
Si la filosofía tiene estas características, no es fácil ver qué utilidad puede tener, esto es, qué servicios puede prestar fuera de ella misma. Ahora se habla de filosofía aplicada, y en particular de ética aplicada, pero yo no he logrado entender de qué se trata. Por supuesto, es posible aplicar una teoría filosófica, pero no es posible aplicar una rama entera de la filosofía si en ella hay teorías que rivalizan sobre los fundamentos mismos de la disciplina; dicho de otro modo, es posible aplicar una propuesta de solución, pero no una discusión abierta sobre un problema no resuelto. La diferencia entre esas dos cosas está muy bien expresada en esta observación de Kuhn: "Cuando digo que la filosofía no ha progresado, no quiero decir que no haya progresado el aristotelismo; quiero decir que todavía hay aristotélicos." La frase citada no se refiere a la aplicabilidad sino al progreso, pero en el presente contexto ambas cuestiones son enteramente análogas: cuando digo que la filosofía no es aplicable, no quiero decir que no sea aplicable el aristotelismo.
¿Y por qué participar en discusiones interminables sobre problemas que no se pueden resolver? Por varias razones. En primer lugar, a algunos les gusta, y, dentro de ciertos límites, todo el mundo tiene derecho a hacer lo que le gusta. Como dice Tarski, "la cuestión del valor de una investigación cualquiera no puede contestarse adecuadamente sin tener en cuenta la satisfacción intelectual que producen los resultados de esa investigación a quienes la comprenden y estiman." En segundo término, la filosofía cumple una función crítica con respecto a todas las pretensiones de conocimiento, función crítica que en algunos casos resulta útil: "Es preferible –decía Bertrand Russell– una incertidumbre fundada a una certidumbre infundada". No creo que esto se aplique a todas las situaciones: en la vida cotidiana, dar por sentada la existencia de objetos externos parece más práctico que ponerla en duda. Pero en algunas situaciones resulta útil cuestionar certezas, por ejemplo, certezas políticas-aunque más no sea porque siempre se asesina en nombre de certezas, nunca en nombre de dudas, y el filósofo es, ceteris paribus, el mejor entrenado de los cuestionadores (tal vez sea esta actividad de cuestionamiento lo que algunos llaman "filosofía aplicada"). Y, tercero, a veces los problemas filosóficos se tornan, como ya se dijo, solucionables, y la discusión filosófica cede el lugar a una especialidad científica. En estos casos, como dice Keith Lehrer, "la filosofía pierde algunos de sus temas de estudio a causa de su propio éxito."
A la filosofía de la ciencia lo que se le suele exigir es que le resulte útil a la ciencia, cosa que sólo sería posible si algún problema epistemológico (empleo la palabra "epistemología" como sinónima de "teoría del conocimiento científico," o incluso de "filosofía de la ciencia") se hubiera resuelto. Algunos creen que, en efecto, esto ha ocurrido. Así, por ejemplo, los partidarios de la llamada concepción estructuralista de las teorías científicas están convencidos de haber resuelto un problema epistemológico, el expresado por la pregunta "¿Qué es una teoría científica?" y entonces se dedican a aplicar la solución que supuestamente han encontrado, esto es, a reconstruir teorías científicas de la manera que a ellos les parece correcta, en vez de seguir participando en discusiones sobre este y otros problemas epistemológicos, actividad que suelen considerar más bien inútil. De acuerdo con la caracterización de la filosofía antes esbozada, hay al respecto dos posibilidades: o bien están equivocados, y entonces la discusión filosófica acerca de qué es una teoría científica no ha terminado, o bien tienen razón, en cuyo caso lo que ellos hacen ya no es filosofía de la ciencia sino una nueva especialidad científica, posibilidad esta última que probablemente no les disguste.
Esta diferencia entre ciencia y filosofía no es un capricho terminológico; se trata de actividades distintas, que requieren vocaciones también distintas. Para decirlo de nuevo con el servicial léxico de Kuhn, una cosa es ser un investigador "normal," que se dedica a resolver problemas, y otra cosa muy distinta es participar en discusiones interminables sobre temas que se encuentran en un estado permanente de "crisis" (o de "preciencia," lo que para el caso es lo mismo). La mayor parte de los que desarrollan alguna actividad teórica prefieren, muy razonablemente, lo primero, y entonces optan por dedicarse a la ciencia. A una minoría, en cambio, las interminables discusiones filosóficas le producen un placer intelectual difícil de explicar. Y no son pocos los que, dedicándose a la filosofía debido a un error vocacional, se ubican en una categoría mixta: tienen la necesidad psicológica de desarrollar una actividad "normal" y se impacientan frente a discusiones que no terminan y problemas que no se resuelven, pero se ocupan de problemas filosóficos. Estos últimos suelen resolver el conflicto mediante una mezcla indebida de ambas cosas: cada vez que se convencen de algo se sienten absolutamente seguros de haber resuelto el problema respectivo, y son, así, filósofos llenos de certezas y con pocas dudas.

Manuel Comesaña
Universidad Nacional de Mar del Plata 


 
Responde por escrito en tu carpeta:

1) ¿Cómo entiende el autor a la disciplina filosófica?

2) ¿Cuándo se «torna solucionable» un problema filosófico? ¿Qué acontece entonces con dicho problema? ¿Cuál es la diferencia fundamental entre filosofía y ciencia?

3) ¿Qué clases de problemas filosóficos existen?

4) ¿Qué aspectos de la filosofía resultan aplicables?

5) ¿Cuál es entonces la función de la filosofía? ¿Para qué está mejor entrenado el filósofo?

6) ¿Quiénes serían los investigadores que se ubican en una categoría «mixta»?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

una mierda , muy largo yo solo vengo a ver la respuesta si o no y porque no me tienes que porque decir mi vida entera aca.







Unknown dijo...

muy bueno

Anónimo dijo...

Cómo sería la respuesta de la pregunta 1