a) Características del Pensamiento Mítico.
1.
El mito es una ‘historia Sagrada’ que cuenta las
hazañas realizadas por ‘héroes’ y ‘dioses’ realizadas en el llamado ‘tiempo
primordial’ (un tiempo cualitativamente distinto al nuestro. El mito narra la
irrupción de lo sobrenatural en el mundo, la intervención de los dioses en el
ámbito de los hombres.
2.
Las acciones llevadas a cabo por los dioses
sirven de ‘modelo’ para el obrar humano; las enseñanzas de los mitos permitían
discernir normas individuales y sociales de conducta. El hombre recibe la ley
de los dioses. En este sentido, puede decirse que el mito es una especie de
‘historia ejemplar’. El proceder del hombre encuentra justificación en el mito:
“actuamos de este modo porque, en el principio, los dioses lo hicieron así”.
3.
El pensamiento mítico se enmarca dentro de una
lógica en la que se postula la existencia de dos ámbitos estrictamente
separados: el lugar de los inmortales dioses y el espacio propio de los
hombres. Los dioses llevan una vida sosegada y feliz, mientras que los seres
humanos llevan una existencia miserable franqueada por la muerte.
4.
En las sociedades arcaicas, los mitos no podían
ser narrados por cualquier persona. Los mitos debían ser narrados por sujetos
excepcionales: sacerdotes, poetas, reyes, dotados de un tipo de palabra
‘eficaz’ de características ‘mágico-religiosas’. Además, los mitos debían
narrarse en determinados períodos del año y en el contexto de una celebración
religiosa. Bajo estos supuestos, la recitación del mito posibilitaba la
disminución de la brecha infranqueable que separaba al mundo de lo divino del
ámbito propiamente humano: los hombres olvidan sus cotidianas preocupaciones y
entran así en comunión con los dioses.
5.
El hombre moderno se concibe a sí mismo como el
resultado de un cierto conjunto de acontecimientos históricos, los cuales no se
siente obligado a conocer y recordar. En contraposición, el hombre arcaico se
reconoce como el fruto de ciertos acontecimientos míticos, los cuales no sólo
se siente impelido a conocer sino que también se ve obligado a celebrar y
actualizar periódicamente por medio de su recitación ritual.
6.
El pensamiento mítico afirma que el orden
establecido en el cosmos fue decretado por una divinidad que, luego de combatir
con otras deidades por el poder, ha impuesto su absoluta soberanía. El orden
del universo es resultado de la voluntad del dios soberano.
b) Líneas de ruptura y continuidad entre el Mito y la
Filosofía:
1.
El paso de una forma de pensamiento mítico a una
forma de expresión típicamente filosófica constituye una verdadera ‘revolución’
en el orden del pensamiento humano. No obstante, ambas formas de discurso
intentan brindarnos una cierta comprensión acerca de los fundamentos últimos de
la realidad.
2.
La cosmovisión aportada por el pensamiento
mítico se fundamenta en creencias religiosas vinculadas con los actos
realizados por las diversas divinidades. En contraposición, el pensamiento
filosófico procura construir una explicación de lo real con las solas luces de
la razón.
3.
El pensamiento mítico muestra cómo son las cosas
hoy –y cómo actualmente se debe obrar‒ a partir de lo que ‘ejemplarmente’
realizaron los dioses en los ‘orígenes’; contrariamente, el pensamiento
filosófico indaga cómo son las cosas hoy y, a partir de ello, busca explicarse
qué pudo haber sucedido en el principio.
4.
En el contexto del pensamiento mítico, la verdad
se concibe como aquello que los dioses ‘descubren’ (develan), cuando así lo
quieren, a algunos hombres privilegiados. Pues si los dioses no revelan la
verdad, el hombre sólo puede conocer lo ‘aparente’. Para la filosofía la verdad
es la propiedad de los juicios que el hombre (y todo hombre está facultado para
ello), sin la ayuda de ninguna revelación, pronuncia sobre las cosas en el acto
de conocimiento.
5.
El pensamiento mítico se forja en un contexto de
gobierno ‘monárquico’, absolutamente centralizado. El Rey es el representante
de los dioses y sus leyes ponen de manifiesto la indiscutible voluntad divina.
La filosofía surge paralelamente a la Democracia Griega, en la que el gobierno
es ejercido a turnos por todos los ciudadanos y las leyes se construyen
comunitariamente a partir de la deliberación pública.
6.
En la Grecia arcaica, los adivinos y los
sacerdotes eran quienes recitaban los mitos y ‘conducían’ a los miembros de la
comunidad a la comunión con lo divino; en la polis griega los filósofos son los
encargados de ‘conducir’ a los ciudadanos al conocimiento de la verdadera
sabiduría.
7.
El pensamiento mítico se inscribe en una forma
de discurso mágico-religiosa. Esta forma ‘eficaz’ de discurso es patrimonio de
algunos seres excepcionales elegidos por las deidades y debe necesariamente ser
pronunciada en un contexto ritual. El pensamiento filosófico construye su
discurso con la sola fuerza de la razón, es decir, su palabra no se fundamenta
en una previa revelación de divina. Se trata de una forma de ‘palabra-diálogo’,
en contraposición a la palabra ‘mágico-religiosa’ procedente del ámbito mítico.
8.
En algún sentido, la filosofía es también el
patrimonio de un grupo de personas ‘excepcionales’. Y ello no en razón de que
los filósofos fuesen sujetos ‘elegidos’ por los dioses, sino sólo por el hecho
de que son pocos los sujetos que se atreven a aventurarse en la senda del
pensamiento. Pues el alcanzar el conocimiento de las verdades últimas acerca
del hombre y de la naturaleza es patrimonio sólo de aquellas personas que, a
través de una esmerada disciplina y de la guía de un maestro, se empeñan en
alcanzarla. “La educación es un camino de
ascenso hacia la luz; un volverse del alma desde un día nocturno hacia un día
claro”.
9.
Para los primeros filósofos, la divinidad dejó
de constituir el fundamento último del orden establecido en el cosmos; el arché
o primer principio del universo –aquello que otorgaba unidad a la diversidad de
las cosas existentes‒ debía, según ellos, ser un elemento presente en la
naturaleza.
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